Panamá, Casco Viejo, Casco Antiguo
Mesitas en las calles y gente caminando con su helado en la mano. Qué significa esto para los residentes? y para Panamá?
Increíble, pero contando ya puedo decir que he vivido en Casco por bastante más de una década. Me encanta caminar por sus calles, saludar a todo el mundo, caminar (ser arrastrada?) por mi perrita Chispa, caminar con amigos, familia y clientes. Caminar es una parte tan normal de mi vida que simplemente no me puedo imaginar vivir de otra manera, aunque de hecho fui criada en los suburbios en donde el carro fue y sigue siendo el rey. Aquí, la coreografía de mi vida incluye caminar a la tienda de la esquina para comprar comida, a la farmacia para vitaminas, a la panadería por un capuccino, a la heladería para los antojos que le achaco a mi lado italiano. El teatro, la playa, el gimnasio, yoga, masajes, el salón de belleza. Camino a todo. Mi carro tiene 11 años, 66,000 millas y el año pasado si le llené el tanque 3 veces fue mucho. Lo uso para ir a la tienda de mascotas, que es la única cosa que no tengo cerca… todavía.
Entonces vino Covid y nos quitó la habilidad de todos en el mundo entero de abrazarnos y besarnos. Qué virus tan poco latinoamericano. Me acordé de esta especialista en desarrollo del cerebro que hizo un estudio de cómo los bebés, para aprender un idioma, lo que hacen es tomar estadísticas de las ondas sonoras de sus padres. El truco para que funcione, es que debe ser presencial, no sirve a través de un televisor ni ipad ni nada. Simplemente no se registra. No son buenas noticias para las reuniones en zoom, el minuto en donde nos das un chance, queremos estar afuera para vernos, incluso si eso significa ponernos una máscara y bañarnos en gel. Con covid todos los negocios cerraron y sólo se mantuvieron los esenciales. El delivery se convirtió en la línea de vida, pero aquí en el Casco, caminar hizo todo eficiente, nos mantuvo sanos, suplidos y en contacto.
Inmediatamente, la comunidad digital del Casco se puso en acción. Planificar para el futuro se hizo vital. Por meses una coalición comunitaria de organizaciones y el gobierno trabajaron en un ambicioso plan para la re apertura, que ahora está en curso.
Desde mi punto de vista como residente, estoy impresionada con los resultados. Habiendo estado a la cabeza de la asociación de vecinos por muchos años, sé de primera mano lo increíblemente complicado de la tarea que tuvieron y continúan teniendo enfrente. El plan contiene soluciones que habían estado en la mesa por años, tratando de implementarse. El Covid dio el «ahora o nunca». Estacionamiento, mobilidad, caminabilidad, espacio público. Un sistema de reciclaje que ya está corriendo de manera exitosa, regulaciones de ruido siendo implementadas. Incluso si nada es perfecto (y nada nunca jamás lo será), el Casco ya experimenta una mejoría. Lo más importante es que se están plantando las semillas de un cambio cultural mucho más grande y profundo para largo plazo.
Me ha emocionado ver la respuesta de todos. La gente está llegando: amigos, pequeñas familias con y sin cochecito de bebés. Entusiastas del deporte, adolescentes tomándose fotos para su cumpleaños. Familias «animaleras» con sus cachorros encontrándose en la plaza para jugar. Es como si esta ciudad de casi 350 años le estuviera hablando a todos en su propio lenguaje atemporal. Nos está permitiendo a todos re encontrarnos, recuperarnos, sutilmente y envueltos en su belleza.
Se está convirtiendo Casco en un modelo de cómo Panamá puede trazar una ruta de recuperación económica para otros barrios post covid? espero que sí. Desde ya, lo que está ocurriendo aquí ha sido destacado internacionalmente en cómo liderizar una recuperación desde la comunidad y la cultura. Como un residente, amo saber que todos los días, lo que hago contribuye a una visión más grande, en donde todo es posible.
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