Quien llega a Panamá por primera vez se sorprende del arcoíris que conforma nuestra población. Esta mezcla es la base de quienes somos como pueblo y define el patrimonio que vemos en la arquitectura del Casco Antiguo.
Veamos un poco sobre esto. Un poco de historia primero (pero no aburrida!).
Panamá Viejo, que fue fundada por los españoles resultó destruida (finalmente!) por Morgan en 1671. Digo finalmente, porque según los estudiosos la ciudad de por sí ya se encontraba en mal estado. Para los que conocen la zona, se habrán dado cuenta de que es un manglar. Hoy día está urbanizado, pero en aquel entonces el pantanal rodeaba a los edificios y las enfermedades de los mosquitos y demás fiebres tropicales desconocidas al mundo estaban haciendo de las suyas. Hubo además fuegos y otros problemas. Es decir, muchos concuerdan que para cuando Morgan llegó a saquear, ya la cosa iba cuesta abajo.
Así que todo el mundo agarró sus maletas y se fueron a buscar un sitio que fuera no sólo más saludable sino más fácil de defender. Alias: una península rocosa con viento cruzado y agua cerca. La definición misma del Casco, ya que contaba con el Chorro de El Chorrillo y una península rocosa natural.
Como dijo el artista Jonathan Harper, el panameño es básicamente “ex-pañol”. Pero en esta tierra en donde el comercio fue el móvil de la vida diaria, miles de nacionalidades pasaron por aquí, convivieron pacíficamente y se quedaron. Los primeros censos del Panamá antiguo muestra que los chinos – por poner un ejemplo – eran una de las clases más pudientes. Igual tuvimos negros antillanos, criollos y nacionalidades como los italianos y franceses.
Otro “boom” que marcó al Casco fue durante la era del Gold Rush (Fiebre del Oro) de California. El Casco Antiguo se llenó de gente, quienes ya viajaban en un ferrocarril (1855). Eso sin contar con las famosas Ferias de Portobelo, en donde se intercambiaba la mercancía de Sur América para llevarla a Cuba y luego a España. La expansión más memorable fue la iniciativa del Canal Francés, en donde nuestros amigos del Viejo Continente dejaron su huella en la población y sus edificios.
Con la versión final del Canal (Americano) vino el estilo Art Deco y mucho de lo que se conoció como Republicano. Pero ya vemos que cada estilo arquitectónico tiene una razón étnica, la ciudad se debe a sus habitantes. El rostro de nuestro país está pintado en los edificios del Casco Viejo y ese DNA corre por las venas de Panamá.
En una gira rápida por el Casco puedes verlo: hay estilos caribeños de casas de madera mezcladas con francés (incluso en el mismo edificio), colonial español, art deco aquí y allá… y hasta un barrio chino. Esta ensalada de sabores deliciosos es resultado de la gente que vivió aquí y que sobrevive en nosotros. Es decir, el Casco somos todos. Incluso si es la primera vez que visitas: ya eres parte de una larga tradición de viajeros que intercambiaron, mercadearon, crearon valor, vivieron y amaron en estas quince calles y tres avenidas.
Nada en nosotros y nada en el Casco es casualidad, sino el producto de esta ensalada deliciosa llamada Panamá. Gracias por querer saber más de él, por amarlo y por ayudar a protegerlo. Bienvenido!